Cuando pensamos en el hierro lo asociamos de inmediato con muchas de sus aplicaciones en la vida diaria. Siendo el constituyente esencial del acero, lo encontramos en la estructura de numerosas construcciones, en puentes y en vías férreas, en máquinas, motores y calderas.
Tal vez también sepamos que luego del oxígeno, el silicio y el aluminio, el hierro es el cuarto elemento más abundante en la corteza terrestre, siendo también el componente mayoritario del núcleo del planeta.
Menos conocida, pero importante, es la estabilidad nuclear del hierro que justifica su relativamente elevada abundancia cósmica manifestada, entre otros hechos, por su presencia en meteoritos.
También recordamos que el hierro está presente en nuestra sangre y también en la de muchos animales, cumpliendo un papel fundamental en la respiración de los seres vivos.
La química del hierro, sumamente rica y variada, está asociada, fundamentalmente, a los estados de oxidación Fe(II) y Fe(III), aunque se conocen compuestos en los que el metal se presenta en otros estados de oxidación.
Así, en el compuesto de fórmula Fe(CO)5 el hierro presenta formalmente el estado de oxidación cero y, lo que es más interesante, este compuesto es líquido a temperatura ambiente y por calentamiento pasa fácilmente a la fase gaseosa. Por otra parte en el anión FeO42-, llamado ferrato, el hierro se encuentra formalmente como Fe(VI) y esta especie es fuertemente oxidante.
Es sumamente estable debido a que su núcleo tiene la más alta energía de enlace por nucleón (energía necesaria para separar del núcleo un neutrón o un protón); por lo tanto, el núcleo más estable es el del hierro-56 (con 30 neutrones).
Es un tractor de átomos de oxígeno ya que su estructura atómica los necesita para lograr completar 8 electrones en su último nivel de energia y ya que el oxígeno posee 2 electrones en su último nivel esto hace que se combinen con los 6 del hierro para lograr la estabilidad electrónica formando así el óxido de hierro.
Es un tractor de átomos de oxígeno ya que su estructura atómica los necesita para lograr completar 8 electrones en su último nivel de energia y ya que el oxígeno posee 2 electrones en su último nivel esto hace que se combinen con los 6 del hierro para lograr la estabilidad electrónica formando así el óxido de hierro.
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